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Crisálida

Tela de araña


Aquella noche sentía frío; era como si un enjambre de abejas estuviera aleteando a su alrededor. El pulso le latía con fuerza, lo notaba en sus dedos, en sus sienes.
 
 
Los pensamientos comenzaron a llegar veloces; poco a poco llenaban su cabeza. Venían recuerdos fugaces que intentaba eliminar de su mente antes de que produjeran algún daño; pero ya era tarde, las fotografías lanzadas cada cierto tiempo habían traspasado su retina y se habían incrustado en aquella parte del cerebro que reconoce el dolor.

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